Bienvenidos al blog de Susanna Ruiz

miércoles, 27 de junio de 2012

CUENTO TAOISTA


YUAN YI

Hacía calor, mucho calor, pues era medio día y el mercado del pueblo estaba abarrotado de gente que compraba o charlaba mientras otros comían hablando muy alto y riéndose a carcajadas.
Entre el bullicio y el jolgorio estaba Yuan Yi observando quieta, sentada en un rincón, mirando cuanto acontecía a su alrededor.

Yuan Yi tenia ocho años, era huérfana desde los cinco, edad a la que la ingresaron en un orfanato del estado, en el cual el maltrato y la crueldad estaban a la orden del día, aunque eso sí, los niños tenían techo y comida diaria, sin embargo a pesar de su miedo, pues no sabía como podría valerse por si misma en el mundo exterior Yuan Yi decidió marchar, liberarse de la esclavitud a la que estaba sometida a cambio de un mísero sustento y un despreciable “hogar”.
Así pues, más allá de sus miedos, el día que se le presentó la oportunidad saltó la verja y se fue…. Lejos, muy lejos, tanto que ya no la pudieron encontrar….
Habían pasado unos meses y Yuan Yi vestía harapos, comía de la caridad que le ofrecían algunas personas y dormía donde la providencia le guiaba. Quizás su apariencia y su forma de vivir aparentaba mendicidad, sin embargo, se sentía libre y sin miedo, como recompensa por su acto de coraje. 
Pero echaba mucho de menos a sus queridos padres, sin embargo cada vez que acariciaba la tierra sentía que la protección y el abrazo de su madre estaban presentes, y cada vez que miraba al cielo percibía la benevolencia y el cariño de su padre, así se sentía acompañada y podía experimentar el calor del Hogar dentro de si misma.

…Y continuaba en el mercado, observando, hasta que comenzó a anochecer… momento en el cuál se levantó y se adentró en el bosque, caminaba en dirección a lo más profundo del bosque, al corazón del bosque…. Ni siquiera brillaba la luna para alumbrarla, solamente las estrellas, miró hacia el firmamento en busca de la Estrella Polar, ya que es el eje y por más 
que uno se mueva siempre permanece en el centro, inmutable, inalterable, inmanente….
 
Desde la luz de la Estrella Polar miró hacia su corazón, y a cada respiración fue más hacia dentro, y más y más... hacia su centro, de una forma suave, lenta, profunda y desde allí comenzó a emerger una luz…. Y observó, sintió que era…su propia luz!!! Ello la colmó de plenitud y alegría, y continuó observando a ver hacia dónde la llevaba y comenzó a descubrir que su luz era el mismo fulgor que el de la Estrella Polar, e incluso el de toda la Galaxia!!!! Sintió éxtasis y un sentimiento de unión que emanaba desde su corazón hacia todos los seres, personas, animales, plantas, montañas, ríos, planetas….estrellas…
Yuan Yi comprendió así cómo en lo pequeño reside lo grande, cómo alguien tan pequeño como ella, alguien en profunda soledad, sin reconocimiento social, sin vestidos, sin colegio, sin juguetes, sin amigos, sin familia, alguien sin nada, como pudo conseguirlo “todo” al sentir que el mundo late, vive, dentro de ella porque ella es el mundo y el mundo es ella.
Y así continuó caminando, reconociéndose en cada persona, en cada montaña, en cada oración, caminó llena de gozo y alegría, de plenitud, porque encontró su tesoro, el más preciado e irradiaba esta fuerza sin ser consciente de ella de la misma forma que el Sol que alumbra y da calor a todos los seres, así ella era esa luz que generaba bienestar y calidez allá donde iba y afectaba a cuantos se encontraba… así pues sucedió que en este estado de hacer sin hacer, encontró la quietud en el movimiento, es decir, no obraba según sus deseos si no impulsada por el amor que brotaba dentro de si, generando cada vez más armonía allá donde iba.





El relato comienza en un entorno marcadamente Yang, medio día, mucho calor, lugar bullicioso y lleno de gente en actividad, en contraposición de la pasividad, soledad y silencio, actitudes marcadamente Yin de la protagonista, que se ha escogido que sea niña como símbolo de pureza e inocencia, cualidades fundamentalmente taoistas, y cabe destacar que es precisamente en la noche cuando ella se introduce en lo más profundo del bosque, máximo Yin, encontrando el Tao dentro de si misma. Es decir, desde la actitud más Yin, de interiorización que evoca lo profundo, la quietud, el silencio, podemos acceder al Tao.

La niña tiene 8 años, numerología adscrita al Pakua, y se queda huérfana a los 5 años, número clave en el taoismo, 5 elementos, 5 animales….

Decide salir del orfanato del estado, es decir, emprende una acción para liberarse de lo impuesto socialmente, y sobre todo, de sus miedos, dejando así la opresión y la vida miserable a la que se ve sometida a cambio de comida y un techo. Vemos aquí cómo para encontrar el Tao uno debe de tener el coraje de soltar, desapegarse del miedo, y de cualquier tipo de posesión física o mental, para encontrar y vivenciar el estado de libertad y plenitud que otorga la realización del Tao.

En esta búsqueda la niña precisa coraje y confianza a que sus necesidades serán cubiertas a medida que lo necesita y estará guiada y protegida de cuantas dificultades surjan, a la energía que impulsa estas cualidades de coraje y confianza, le llamamos Te, la virtud, fuerza que emana del Tao que a medida que se desarrolla en la persona va generando el estado de la no acción, es decir, de la acción si ego, ahora el individuo no vive desde si y para si, sino que comprende la totalidad, sus acciones no son en beneficio propio y limitadas por temores internos, sino que son libres, espontáneas y armónicas con el sentir interno que a su vez está coligado al orden cósmico de unidad que representa el Tao, por lo tanto acciones y pensamientos surgen sin proponérselo beneficiando y generando armonía en el prójimo y en el entorno.

 La niña es huérfana, es decir, sin apego, sin nada, y vive desde la confianza que otorga el Tao, será nutrida por la fuerza yin-madre Tierra y protegida por la fuerza yang-padre Cielo.

La protagonista busca como referencia la Estrella Polar, eje inmutable que todo Taoista debe encontrar en si, y es desde este eje, esta fuerza, esta actitud, desde donde se experimenta el Te, la virtud manifestada en el mundo fenoménico dando lugar a vivir desde la no acción, wu wei.

El encuentro con el Tao es el encuentro con lo más profundo y auténtico de uno mismo, manifestado en forma de luz que surge del interior iluminando todas las partes de la conciencia del ser e integrándose con el orden universal del Todo, del Tao, dando lugar desde la vivencia a la comprensión de que todos los seres somos Uno, principio de verdad, armonía y fuerza que se manifiesta en quien lo experimenta como un estado de conciencia en el cual todos los actos y pensamientos generan paz y armonía en el entorno, de la misma forma que el sol ilumina y da vida a todos los seres indiscriminadamente, quien abraza el Tao irradia armonía allá donde va sin siquiera proponérselo pues es la consecuencia a dicho estado del ser.

 Susanna Ruiz.